sábado, 22 de noviembre de 2014

Carga aérea, la asignatura pendiente


La carga aérea es vital para el futuro del aeropuerto de Valladolid.
(Foto de Rafael Álvarez Cacho)


Que el aeropuerto de Valladolid está sometido a fuertes limitaciones que impiden su desarrollo y crecimiento en pro de que otros aeropuertos cercanos tengan algún vuelo con el que poder justificar su existencia y utilidad no es algo que pase desapercibido para nadie.

Sin embargo, en el caso español y en el caso de las administraciones, para ser más concretos, la concepción de aeropuerto sigue fuertemente ligada a al movimiento de pasajeros, tal vez asociado al concepto de que son los ciudadanos los votantes de estas mismas administraciones.

Pero lo que no se debe olvidar es que no hay proyectos que puedan fomentar el movimiento de ciudadanos sin una economía que crezca, y el principal motor de crecimiento de la economía son las empresas de su entorno, especialmente aquellas con un marcado carácter internacional sobre todo en lo que a su producción se refiere.

Es decir, cuanto más distribuido internacionalmente esté su mercado, más necesidades de mover grandes cantidades de cargas y a grandes distancias tendrá; y dado que Valladolid (y Palencia) posee las tres mayores empresas multinacionales con grandes portes diarios a destinos internacionales de toda Castilla y León (Renault, Michelin e Iveco), este mercado debería parecer obvio que estuviese muy desarrollado en el campo de la carga.


Los principales aviones de carga suelen ser 
turbohélices de origen soviético, con menores 
consumos de combustible por hora.
(Foto de Rafael Álvarez Cacho)

No obstante, es tan ingente el número de obstáculos que pone Aena Aeropuertos al aeródromo vallisoletano, que a día de hoy son escasos, pudiéndose calificar únicamente como puntuales los movimientos de mercancías a través del transporte aéreo.

Y no se debe a que una población como Valladolid no sea capaz de movilizar grandes cantidades de carga, y buena muestra de ello es que en sus mejores tiempos, Valladolid llegó a mover unas 678 toneladas (2004), cerca de 2 toneladas diarias que es lo que puede mover un avión como el Beechcraft 1900 o el Fairchild Metro. Y resulta curioso que desde ese año ha ido reduciéndose el mercado de mercancías de Valladolid mientras año tras año se intenta incentivar el movimiento de mercancías en aeropuerto como León o Burgos, ofreciendo ventajas enormes que se niegan a ofrecer en Valladolid, pese a que este último sigue moviendo mercancías mientras en los otros dos este mercado es testimonial.

Pero el hecho de mentar a las tres multinacionales anteriores (Renault, Iveco y Michelín) no es casual, y es que a día de hoy el movimiento de mercancías en Valladolid está restringido a compañías que puedan permitirse realizar todas las tareas, es decir: guardar la carga hasta el momento de embarcarlo, poner la maquinaria para introducir la mercancía en el avión, y, por supuesto, abonar las tasas de acceso y maniobra dentro del aeropuerto. Es decir, Aena Aeropuertos limita el movimiento de carga, lucrándose enormemente por cada movimiento de carga haciendo que si el movimiento de carga no es muy elevado, acabe redundando en que el transporte aéreo se vuelve inaccesible por los costes desmesurados que supone embarcar la mercancía; además de abonar las tasas de la propia mercancía que Aena cobra, al igual que en el resto de aeropuertos, alegando los costes que les supone gestionar este producto dentro del aeropuerto.


Esta imagen muestra claramente la relación 
de Aena con la carga: Ninguna.
(Foto de Rafael Álvarez Cacho)

Por países, solo en 2014, el mercado de carga se ha distribuido en su práctica totalidad entre Francia e Italia (aproximadamente el 75% de la carga movilizada). Comparando con 2004, sólo Francia en ese año movió más del 90% de la carga.

Pero el movimiento de mercancías en avión ofrece grandes ventajas tomando en consideración los destinos a alcanzar. Por ejemplo, en el caso francés, el destino destacado este año es el de Rouen al norte del país galo, que está a una distancia de unos 1220 kilómetros y eso representa unas 17:45 horas de viaje en camión, en caso de hacerlo cumpliendo la normativa nacional de ambos países, el tiempo de viaje requeriría dos días de trasiego para llegar de un destino al otro y supondría más de 32 horas de viaje para cubrir el trayecto. Y todo ello para llevar motores a la factoría que Renault tiene en Cléon, que después tendrían que trasladarse nuevamente para ser montados en algún vehículo.
Tomando el caso de 2004, donde el aeropuerto salió muy beneficiado de la huelga de transportistas que tuvo lugar en verano de ese año, se observa un movimiento superior a las 300 toneladas en el mes de agosto, o lo que es lo mismo, cada vez que vino el Antonov 124 para mover piezas con el aeropuerto de Tours, probablemente para la fábrica de Le Mans, a unos 1015 kilómetros de distancia, se evitaron 15-20 camiones en las carreteras, lo que se traduce en 200-300 metros menos de vehículos al día, o lo que es lo mismo, al cabo del año, se ahorrarían cerca de 7.500 camiones, que son el equivalente a poner camiones uno detrás de otro cubriendo una distancia de 112,5 kilómetros.

Sin embargo, Renault mueve más de un centenar de camiones en piezas al día, y si sólo 50 se moviese como carga aérea, supondría ahorrar en las carreteras unos 18250 camiones al año, y supondrían cerca de la distancia que separa Valladolid de la frontera con Francia. Es decir, si suponemos un recorrido medio de 1000 kilómetros, unos 20 camiones diarios producen por trayecto unas 26’12 toneladas de CO2 al día. Si este mismo trayecto se hiciese con un Boeing 777 de carga (capaz de transportar aproximadamente el mismo peso que ese número de camiones), la emisión de CO2 se reduciría hasta las 21 toneladas, lo que se traduce en una reducción de emisiones de CO2 al aire de unas 2000 toneladas anuales.

Caso aun más flagrante sería el de Iveco, que en su último transporte aéreo, realizado a Pescara, supondría para un camión una distancia de unos 2000 kilómetros y que supondría cerca de 4 días de trayecto, con una emisión por camión de unas 2,612 toneladas de CO2 por trayecto. Para un avión esta emisión se reduciría hasta las 1,575 toneladas al poder hacer un trayecto más directo. De este modo, el ahorro en la ruta, si fuese de un camión diario, rondaría las 757 toneladas de CO2 al año.

Punto aparte merece el hablar de las instalaciones aeroportuarias, y es que mientras ciudades del tamaño de Valladolid (Leipzig) o inferior (Lieja) cuentan con auténticas bases de mercancías, aeropuertos de mucho menor calado que el de Valladolid, también son dotados desde el momento de su inauguración comercial con ingentes espacios destinados al transporte de carga. Por ejemplo, el aeropuerto de Rouen, pese a tener una terminal destinada a mover a unos 100.000 pasajeros, también han destinado un espacio de carga dentro del aeropuerto que posibilita que cada año se pudiesen mover hasta 100.000 toneladas de carga. Es decir, si siguiésemos la relación, la terminal de Valladolid, pensada para 750.000 pasajeros, debería contar con un espacio destinado a la carga de unas 750.000 toneladas. Sin embargo, el único espacio de almacen es el mismo que el destinado a las maletas facturadas, es decir, no cabrian más de 2-3 toneladas, que solo se pueden manejar a mano al carecer de maquinaria para moverla, y que no podría coincidir con maletas dado que impediría el normal funcionamiento de la operativa regular de pasajeros. Es decir, en términos generales, el aeropuerto tiene una capacidad de 0 toneladas de carga al año.

Hace tiempo se alegó desde AENA que la terminal de carga sería tenida en cuenta cuando el aeropuerto tuviese un flujo de carga importante, sin embargo, si no se da ni la más mínima instalación ni la más mínima facilidad para permitir el negocio de la carga aérea, ni se moverá carga desde el aeropuerto de Valladolid, ni se posibilitará el resurgimiento del aeropuerto, ya que muchas aerolíneas obtienen beneficios del plus que les aporta la carga que puedan mover en la bodega de sus vuelos de pasajeros, hecho que en Valladolid de producirse retrasaría enormemente la operativa al tener que hacer uso de elementos ajenos al ámbito aeronáutico y por tanto con mayores problemas de maniobra y mayores tiempos de ejecución.


Es por ello que Aena no debería esperar más para fomentar el negocio de carga en Valladolid estableciendo un mínimo de maquinaria y espacio de almacenaje, teniendo que ser ella la que ponga de su parte para posibilitar que cualquier compañía, no tenga que plantearse su asentamiento en otra comunidad donde si pueda disponer de un aeropuerto apto para carga, ya que de lo contrario, ni el aeropuerto ni la comunidad llegarán a despegar jamás, y todo por motivos políticos que contravienen los intereses individuales y colectivos de la sociedad.

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